Gran incertidumbre tenemos todos los
colombianos frente al proceso de paz, que se adelanta en la Habana Cuba, entre
miembros de Las Farc, ELN y representantes del gobierno Colombiano.
El consenso que existe actualmente, es que la
mayoría de los colombianos le estamos apostando a la Paz, ya que preferimos un
país en paz a uno sometido a una guerra que ya suma más de cinco décadas y un
sin número de víctimas, aunque vale la pena aclarar que todos los colombianos
somos víctimas del conflicto armado.
Como si se tratara de una receta que tiene mil
y un consejos para prepararla, pero que se sabe bien cuál es el plato fuerte,
así mismo se está cocinando la paz, sin embargo el postre es lo que nos tiene
preocupados, ya que lo que se viene es un post conflicto al cual se le está
apostando, pero no con los mismos ingredientes, ya que en este plato se tiene
que servir con más delicadeza, pues su ingrediente principal son: LAS VICTIMAS.
Con la ley de víctimas y la aplicación de la
justicia transicional, es necesario empezar a entender el dolor de quienes han
sufrido de manera directa los flagelos de la guerra, sin embargo no se puede
dejar de lado a quienes no son víctimas directas del conflicto, sino que son víctimas
indirectas; ya que todos los colombianos somos víctimas de esta absurda guerra,
que de a poco nos ha ido llenando de miedo y de odio, que es en sí lo que se
tiene que acabar, para poder hablar entonces de PAZ.
Ahora bien, hay que analizar con lupa todo lo
que se viene encima, pues las cantidades de verdad, justicia y reparación
integral, de las cuales se beneficiaran quienes sean reconocidos como víctimas,
no son pocas; por el contrario el capital monetario y humano que se tiene que
invertir en esta parte del proceso es muy alto; es por ello también que fuerzas
oscuras, están y estarán interesadas en intervenir de manera negativa, buscando
con esto que el proceso se fracture y por ende no llegue a esa reconciliación
que es a lo que ahora se le está apostando.
Al ser entonces todos víctimas del conflicto
armado, bien sea de manera directa o indirecta, todos tenemos cabida dentro del
mismo; es ahí entonces en donde los gritos de paz y de ¡BASTA YA!, son los que
más se deben de tener en cuenta dentro del proceso.
Sin embargo, hay que entender que no todas esas
voces se van a poder sentar en la mesa de negociaciones, pero vale la pena
recalcar que organismos con el Ministerio de Justicia y Derecho y el Ministerio
de Agricultura, a través de la Unidad de Restitución de Tierras; están
cumpliendo una gran labor al representar a esas víctimas directas en el
proceso; logrando así cumplir con los pilares fundamentales de la ley de 1448
de 2011 que son: VERDAD, JUSTICIA y REPARACIÓN INTEGRAL. Ya que con una víctima
que se sienta bien representada dentro de este proceso, se puede inferir que el
trabajo se está haciendo bien y que por ende vamos por un buen camino, por el
camino que nos lleve a ese perdón que es el que más se espera con este proceso
de paz.
Pero así como es importante la presencia de las
victimas dentro del proceso, es igual o más importante la no re-victimización, puesto
que no hay nada más doloroso que el recuerdo de un hecho atroz que acabo con la
esperanza de una familia, de un pueblo entero; además hay que entender que
estas personas que acuden por ayuda, una ayuda a la cual tienen derecho, son
ciudadanas del común y del corriente, no son mendicantes de dádivas estatales y
que por lo tanto tampoco solo son parte de las estadísticas.
El otro factor importante por el cual hay que
empezarse a ocupar ahora, es sobre qué va a pasar con aquellos miembros de las
fuerzas públicas que son victimarios, y con los mismos guerrilleros, cuáles
serán sus castigos, pues no es para nada descabellada la propuesta del Fiscal
General de la Nación, frente a la creación de tribunales especiales para el
juzgamiento de este tipo de delitos, que en sí son delitos de lesa humanidad.
En este largo proceso que hasta ahora empieza y
que tiene muchos matices, habrá que sanar heridas profundas y seguir mirando
hacia adelante, sin olvidar a aquellos que se han ido de nuestro lado, por esta
absurda guerra que de a poco nos ha ido acabando.
Mientras más voces se encuentren dentro del
proceso, más diversidad habrá en los diálogos actuales y en los venideros, pues
así es la única manera de diversificarlos, y de entender que Colombia es un
país diverso y que por ende el conflicto se analiza de manera diferente en cada
lugar del territorio colombiano.