domingo, 9 de abril de 2023

¿DE NUEVO AL RUEDO...?

Hace mucho tiempo no escribía por placer, creo que por pendeja no lo hacía. Hoy casi diez años después retomo este hermoso vicio, y sí digo que es un vicio, pues es la mejor manera de conectarme con lo más profundo de mi verdadero yo.

Ya llevo seis (6) meses viviendo en Bogotá, un sueño de adolescente de colegio cumplido. Siempre había querido vivir sola en la capital de Colombia, que, para mí imaginario, es como vivir en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. 

Después de que llegue de Argentina, más precisamente de Buenos Aires, me habia prometido no perder mi esencia; sin embargo, esa promesa se hizo difusa por casi 10 años y no sé por qué, o bueno sí sé el porqué, lo que pasa es que no lo logro comprender, es algo complejo para mí y mi terapeuta.

Desde que empecé a vivir a mi manera, me he encontrado con miles de prejuicios, unos propios otros sociales, pero, al fin y al cabo, taras mentales que frenan a cualquiera; pero, de todas maneras, eso para mí no era algo tan dificil de manejar. Ya que, desde ahí, yo misma decidía por donde caminar y con quien hacerlo. 

En el año 2019 decidí que cada que tuviese un motivo, por tonto que fuera, para celebrar, lo iba a hacer, no importaba el cómo ni mucho menos el dónde, el caso era que lo iba a hacer; y así empezó esa manía loca de aventurarme sola por las tierras colombianas, sobre todo a esos lugares tan poco comunes para una mujer que decide emprender un viaje en soledad.

En el 2019 estuve en Pasto, Ipiales y Tulcán; viví la experiencia de cruzar una frontera por tierra en uno de sus peores momentos, ví el volcán Galeras emitir fumarolas y echar cenizas; supe a qué olia el azufre y sentí el frio del macizo colombiano en mi piel. Lloré cuando entré a la Catedral de las lajas, pues le cumplí a mi abuela la promesa de bajar hasta allá y decirle GRACIAS al universo por tenerme ahí en ese preciso momento. Ese viaje me reconecto con ese deseo interno de reacomodar mi vida y volver a retomar los caminos hacia el sur; pues mi lema al igual que el de Mafalda y su amiga Libertad es: "Mi norte es el sur...", y sí es cierto, mi verdadero norte es el sur.

En el 2021, despues de un año de encierro y de muchas sensaciones inexplicables en el mundo y en mi mundo, me monté en un bus por 16 horas y me fui SOLA para MOMPOX. Conocí los arreboles sobre el imponente Rio Magdalena, estuve en la casa donde grabaron la majestuosa obra de Gabo: Crónica de una muerte anunciada, me tomé una cerveza al son de Carlos Vives con la canción "La foto de los dos", estuve en la ventana en donde Escalona le cantaba a la Niña Mayé. Allá en ese hermoso paraíso, cumplí mi sueño y de paso el de mi papá, pero lo mejor de todo es que volví a soñar con viajar, con conocer el mundo, con conectarme con ese espítiru aventurero que recorre mi pequeño cuerpo y mi grande cabeza. 

Entre el 2021 y el 2022 la vida me dio un giro que nunca espere que fuera a dar, digamos que fue de 180°. En el 2021 me embarqué en la vaca loca de montar empresa en Colombia y con unas amigas creamos una Fundación que se llama NO ESTAS SOLA. El viaje de esta aventura sí que fue una locura completa; pero de esas locuras que enseñan tanto, que cuando uno la suelta solo queda decirle: GRACIAS, pues es todo lo que aprendí ahí que esa misma vuelta canela, me puso en el lugar donde era, el lugar en donde mis sueños y mis anhelos más profundos se empezaban a convertir en una realidad que se salia de la virtual.

En el 2022, el año que todo cambio, una amiga muy especial me envío una convocatoria laboral y me dijo que me lanzara, que yo tenía que salir de Medellín para poder seguir volando y creciendo. Pues les cuento que yo le hice caso y me tire como "gorda en patineta" y mande mis documentos a esa convocatoria. Los días pasaban y no daban respuesta, hasta que la respuesta llego y sí mis queridos lectores, la respuesta era: "empezás a trabajar con nosotros, te tenés que radicar en Bogotá y vas a viajar por todo Colombia...", sin dudarlo un minuto dije ahí mismo que sí, que aceptaba (cual novia enamorada), empaque mi pequeño universo en tres maletas y en una semana estaba ya en la capital. 

El proceso de adaptación fue de amores y odios, pero el universo grillesco es tan hermoso, que ellas, mis nuevas amigas paiasa-rolas, me ayudaron a tejer mis alas aporreadas y a emprender vuelo nuevamente y de paso a enamorarme de la capital. De la fuerza que ellas me dieron, encontré mi pequeño y cómodo hogar, encontré parches que me gustan mucho y sobre todo encontré hermandad.

En mi nuevo trabajo he encontrado la satisfaccion de ayudar a las mujeres víctimas de la violencia, he viajado a conocer y reconocer la Colombia profunda; he llegado a lugares en donde nunca pensé estar como: Urabá, Quibdó, Puerto Asís y Tumaco. En estos últimos dos lugares tuve una alta conexión con ese deseo de escribir, volver a mi yo interior y reactivar así mi energía Zen.

Ahora que sigue, no sé, pero sí estoy segura de que la vida me puso en el lugar que era en el momento preciso y que este es el camino que desde pequeña empecé a construir y del cual no me habia percatado. Seguiré defiendo y representando mujeres y miembros de la comunidad LGTBIQ+, seguiré estudiando y sobre todo seguiré luchando por esta causa morada y verde, que es la que en realidad me apasiona.

Espero que ustedes me sigan leyendo, me sigan escuchando y que continúen esperando más capítulos de esta hermosa aventura llamada: CAROLINA.