40 cigarrillos diarios,
negación de la edad, obsesión por los detalles y un pasado de exceso, son los
rasgos que más salen a relucir en las descripciones que existen de Cerati, pero
en público, siempre busco cultivar una imagen mucho más tenue y menos reprochable.
Por Carolina
Martínez.
“Súper
cerebro”, así solían llamar a Gustavo Adrián Cerati después de que él mismo
inventara este personaje cuando aún era un niño; “Súper cerebro” era un cómic
que poseía el don que solo guardan los eternos: El cerebro.
Pasó la
infancia, la juventud y se llegó a la temida adultez. Han pasado más de 40 años
y ocurrieron muchas cosas, aún hoy, alumbrado por unas cuantas lámparas, el
recuerdo de súper cerebro, termina con una feroz ironía, pues el 15 de mayo de
2010, como una metáfora que jamás creíamos que iba a suceder, Cerati sufrió un
accidente cerebro vascular; episodio fatal que terminó por convertirlo en
aquello a lo cual siempre le tuvo miedo: un cuerpo y una mente totalmente en “blanco”.
¿Cómo llegó
Gustavo Cerati a este estado vegetativo? ¿Qué tipo de vida llevaba la noche en
la que entró en coma? En sus numerosas salidas al aire desde Venezuela, último
país visitado por Cerati, el periodista del Grupo Clarín Bebe Contempomi -quien
entrevistó a Cerati durante 15 años y le hizo la última nota antes del
accidente- se cansó de repetir que el famoso músico estaba sobrellevando las
exigencias de una gira, pero que a la vez llevaba algo más que eso, pues el 15
de mayo del 2010, Cerati ya había sufrido una descompensación producto del
estrés y del agotamiento al que suele someterse los artistas en sus largas
giras.
En la década de los 80´s, cuando aún se vivía una
fría dictadura en Argentina, nació Soda Stereo, con una propuesta renovada de
Rock en español, la cual también traía consigo una vida de excesos, que fueron
los que empezaron a causarle problemas de salud a Cerati, los cuales no se
atendieron con el debido cuidado y tiempo requeridos. Parafraseando entonces a
la estrella del momento en una de sus tantas entrevistas para la Revista
Rolling Stone de Argentina: “A lo largo de los años he jugado con el abuso y con la constricción en
varias oportunidades, sucede que algunos hemos tenido mejores niveles de
alarma".
Gustavo tuvo
varios avisos de que algo con su poder heroico iba mal; uno de ellos llegó
temprano, durante la grabación del disco Signos, pues el ritmo que le imponía
su amada banda y su nuevo estilo de vida, solo podía sobrellevarlo con unos
cuantos pases de cocaína; es por ello que la mayoría de las letras de este
disco fueron producidas de noche, y con unos pocos días de anticipación de la
presentación en vivo del disco, generando entonces un agotamiento profundo en
Cerati, lo cual lo llevo a que apreciara desde la sala de un hospital el
estrellato de su aclamada banda Soda Stereo, temiendo y creyendo que hasta ahí
contaba su historia, pues estuvo a punto de morir por culpa de los excesos a
los que se había sometido por vía propia.
Este primer
encuentro con la muerte fue vencido por Cerati, y casi nadie se enteró, porque
gracias a la majestuosidad con la que el artista siempre cultivaba su imagen,
desde afuera con su voz y desde adentro con su cara de impúber, sus peinados
raros, nuevos, innovadores para todas las ocasiones.
El recorrido
entre los excesos, hospitales y nuevamente los excesos, fue repetido durante
mucho tiempo. Exactamente no se sabe cuántas visitas tuvo que hacer a los
centros de salud para ser atendido por sus altibajos, pero sí se recuerda que
en el 2006, cuando ya era solista y tenía casi 40 años, el cigarrillo le
produjo una tromboflebitis que lo llevó a terapia intensiva, circunstancia que
lo obligó a dejar de lado a su amigo el tabaco por un buen tiempo.
Debido al
estrés que le producían sus largas jornadas de grabación y sus grandes
insomnios creativos, Cerati volvió a entablar relaciones con el cigarrillo,
pero esta vez aumentando a casi dos o más atados por día. Este reiterado exceso
escondía ese perfeccionismo que manejaba Gustavo en el estudio de grabación y
en el mismo escenario, perfeccionismo que lo mostraba como un grande, pues con
cada nuevo trabajo musical y cada puesta en escena, lograba cautivar y
satisfacer los deseos de sus fans, su tesoro más preciado; así lo asegura
Marcelo Fernández, director de la Revista de rock La Mano, quien en varias
ocasiones lo entrevistó y visitó en sus estudios de grabación y diferentes
escenarios, quedando encantado con las propuestas de Cerati, pero preocupado de
que la vida no le fuera a pasar una mala jugada debido a esos “secretos”
excesos que ya Cerati cargaba bajo su manga.
Por más que
Cerati fuese considerado como un artista que nació entre las giras, tal y como
lo define Ernesto Martelli, director de Rolling Stone Argentina, seguía siendo
un ser humano de carne y hueso, que en algún momento se iba a reventar de tanta
adrenalina. Con Soda Stereo tuvo sus primeros excesos al ser considerado un hit
a menos de un año, es en este momento que el estrés aparece como productor
principal de los excesos de Cerati, es en esta época en donde se empezaron a
cultivar todos esos focos “peligrosos” que más de una vez le pusieron polo a
tierra, pero que no recibieron la atención suficiente.
Los triunfos
discográficos de Gustavo Cerati son apabullantes: logró editar 15 discos con
Soda Stereo, cuatro más con diferentes músicos, hizo 35 videoclips y 6 DVD’S,
ganó 52 premios y a la vez vivió de gira; tuvo a las mujeres más hermosas a sus
pies, cometió grandes locuras como tirar un bidet desde la ventana de un hotel,
como un acto de rebeldía, tuvo excesos, muchos, forzó su máquina y nunca le
puso el cuidado necesario a esos llamados de atención que tanto su cuerpo,
mente y familia le hacían a cada rato.
Ni con los
50 años cumplidos, ni con todos los triunfos obtenidos, Gustavo Cerati, se
sintió cansado ni mucho menos mitigado por la vida; no concebía su vida en un
retiro en Cabo Polonio, lo que mostraba un claro problema para aceptar el paso
del tiempo y con este la invitación que le hacían de retirarse al menos por un
tiempo de los escenarios. Sin embargo, llegó la vida y le pasó la cuenta de
cobro y lo llevó sin su aceptación a un retiro forzoso de esa vida de excesos,
vida que de una u otra forma no quería abandonar.
Ahora
mientras vive su mitad de siglo, aquel músico del rock deja de ser ya un súper
héroe y se dedica entonces a salvar su preciado súper poder: su cerebro.
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