miércoles, 13 de marzo de 2013

ME VERAS VOLAR SOBRE LA CIUDAD DE LA FURIA



 40 cigarrillos diarios, negación de la edad, obsesión por los detalles y un pasado de exceso, son los rasgos que más salen a relucir en las descripciones que existen de Cerati, pero en público, siempre busco cultivar una imagen mucho más tenue y menos reprochable.
Por Carolina Martínez.
“Súper cerebro”, así solían llamar a Gustavo Adrián Cerati después de que él mismo inventara este personaje cuando aún era un niño; “Súper cerebro” era un cómic que poseía el don que solo guardan los eternos: El cerebro.
Pasó la infancia, la juventud y se llegó a la temida adultez. Han pasado más de 40 años y ocurrieron muchas cosas, aún hoy, alumbrado por unas cuantas lámparas, el recuerdo de súper cerebro, termina con una feroz ironía, pues el 15 de mayo de 2010, como una metáfora que jamás creíamos que iba a suceder, Cerati sufrió un accidente cerebro vascular; episodio fatal que terminó por convertirlo en aquello a lo cual siempre le tuvo miedo: un cuerpo y una mente totalmente en “blanco”.
¿Cómo llegó Gustavo Cerati a este estado vegetativo? ¿Qué tipo de vida llevaba la noche en la que entró en coma? En sus numerosas salidas al aire desde Venezuela, último país visitado por Cerati, el periodista del Grupo Clarín Bebe Contempomi -quien entrevistó a Cerati durante 15 años y le hizo la última nota antes del accidente- se cansó de repetir que el famoso músico estaba sobrellevando las exigencias de una gira, pero que a la vez llevaba algo más que eso, pues el 15 de mayo del 2010, Cerati ya había sufrido una descompensación producto del estrés y del agotamiento al que suele someterse los artistas en sus largas giras.
En la década de los 80´s, cuando aún se vivía una fría dictadura en Argentina, nació Soda Stereo, con una propuesta renovada de Rock en español, la cual también traía consigo una vida de excesos, que fueron los que empezaron a causarle problemas de salud a Cerati, los cuales no se atendieron con el debido cuidado y tiempo requeridos. Parafraseando entonces a la estrella del momento en una de sus tantas entrevistas para la Revista Rolling Stone de Argentina: “A lo largo de los años he jugado con el abuso y con la constricción en varias oportunidades, sucede que algunos hemos tenido mejores niveles de alarma".
Gustavo tuvo varios avisos de que algo con su poder heroico iba mal; uno de ellos llegó temprano, durante la grabación del disco Signos, pues el ritmo que le imponía su amada banda y su nuevo estilo de vida, solo podía sobrellevarlo con unos cuantos pases de cocaína; es por ello que la mayoría de las letras de este disco fueron producidas de noche, y con unos pocos días de anticipación de la presentación en vivo del disco, generando entonces un agotamiento profundo en Cerati, lo cual lo llevo a que apreciara desde la sala de un hospital el estrellato de su aclamada banda Soda Stereo, temiendo y creyendo que hasta ahí contaba su historia, pues estuvo a punto de morir por culpa de los excesos a los que se había sometido por vía propia.
Este primer encuentro con la muerte fue vencido por Cerati, y casi nadie se enteró, porque gracias a la majestuosidad con la que el artista siempre cultivaba su imagen, desde afuera con su voz y desde adentro con su cara de impúber, sus peinados raros, nuevos, innovadores para todas las ocasiones.
El recorrido entre los excesos, hospitales y nuevamente los excesos, fue repetido durante mucho tiempo. Exactamente no se sabe cuántas visitas tuvo que hacer a los centros de salud para ser atendido por sus altibajos, pero sí se recuerda que en el 2006, cuando ya era solista y tenía casi 40 años, el cigarrillo le produjo una tromboflebitis que lo llevó a terapia intensiva, circunstancia que lo obligó a dejar de lado a su amigo el tabaco por un buen tiempo.
Debido al estrés que le producían sus largas jornadas de grabación y sus grandes insomnios creativos, Cerati volvió a entablar relaciones con el cigarrillo, pero esta vez aumentando a casi dos o más atados por día. Este reiterado exceso escondía ese perfeccionismo que manejaba Gustavo en el estudio de grabación y en el mismo escenario, perfeccionismo que lo mostraba como un grande, pues con cada nuevo trabajo musical y cada puesta en escena, lograba cautivar y satisfacer los deseos de sus fans, su tesoro más preciado; así lo asegura Marcelo Fernández, director de la Revista de rock La Mano, quien en varias ocasiones lo entrevistó y visitó en sus estudios de grabación y diferentes escenarios, quedando encantado con las propuestas de Cerati, pero preocupado de que la vida no le fuera a pasar una mala jugada debido a esos “secretos” excesos que ya Cerati cargaba bajo su manga.
Por más que Cerati fuese considerado como un artista que nació entre las giras, tal y como lo define Ernesto Martelli, director de Rolling Stone Argentina, seguía siendo un ser humano de carne y hueso, que en algún momento se iba a reventar de tanta adrenalina. Con Soda Stereo tuvo sus primeros excesos al ser considerado un hit a menos de un año, es en este momento que el estrés aparece como productor principal de los excesos de Cerati, es en esta época en donde se empezaron a cultivar todos esos focos “peligrosos” que más de una vez le pusieron polo a tierra, pero que no recibieron la atención suficiente. 
Los triunfos discográficos de Gustavo Cerati son apabullantes: logró editar 15 discos con Soda Stereo, cuatro más con diferentes músicos, hizo 35 videoclips y 6 DVD’S, ganó 52 premios y a la vez vivió de gira; tuvo a las mujeres más hermosas a sus pies, cometió grandes locuras como tirar un bidet desde la ventana de un hotel, como un acto de rebeldía, tuvo excesos, muchos, forzó su máquina y nunca le puso el cuidado necesario a esos llamados de atención que tanto su cuerpo, mente y familia le hacían a cada rato.
Ni con los 50 años cumplidos, ni con todos los triunfos obtenidos, Gustavo Cerati, se sintió cansado ni mucho menos mitigado por la vida; no concebía su vida en un retiro en Cabo Polonio, lo que mostraba un claro problema para aceptar el paso del tiempo y con este la invitación que le hacían de retirarse al menos por un tiempo de los escenarios. Sin embargo, llegó la vida y le pasó la cuenta de cobro y lo llevó sin su aceptación a un retiro forzoso de esa vida de excesos, vida que de una u otra forma no quería abandonar.
Ahora mientras vive su mitad de siglo, aquel músico del rock deja de ser ya un súper héroe y se dedica entonces a salvar su preciado súper poder: su cerebro.

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