lunes, 28 de abril de 2014

Un viaje eterno

Es difícil sentarse a pensar sobre eso que solemos llamar “hogar”, sobre esa sensación de seguridad que nos brinda ese espacio físico, en el cual siempre están presentes la familia la seguridad y la calma. No necesariamente tiene que ser la casa o el departamento; sino que simplemente es eso, un lugar, en el cual nos sentimos plenamente identificados, es un lugar del cual hacemos parte.

Por decisiones o circunstancias de la vida, muchos nos hemos visto obligados a tener que dejar ese hogar, para empezar a construir otro en cualquier lugar del mundo; pero ahí surge la gran pregunta ¿Qué pasará con mi hogar cuando regrese, seguirá siendo el mismo?; es entonces cuando surge ese síndrome del viajero frecuente o el ya famoso choque cultural.
El impacto que sufre una persona cuando decide regresar a su lugar de origen, después de haber estado exiliado durante un largo tiempo; debe ser enfrentado desde la readaptación, ya que la sensación que se tiene es que no se es parte de ese lugar, ya conocido, pero que en realidad ahora es completamente desconocido, pues muchas reglas y comportamientos sociales han cambiado, razón por la cual ya no se comprenden como antes.

Durante la etapa de adaptación, es normal que los dos primeros meses sean de total novedad; pues el cerebro es como una esponja re-absorbiendo toda la nueva información. Así mismo es normal que se dé un rechazo, pues empiezan a aparecer esas horribles comparaciones entre lo que se tenía y lo que ahora no se puede tener; sin embargo, la sensación de regresión empieza a disminuir y se recuerda fuertemente la verdadera razón de ese viaje que se inició tiempo atrás y que ahora nos tiene en un nuevo lugar, es ahí en donde se empieza a sentir parte de esa nueva ciudad, de ese nuevo lugar; pues ya se disfruta de lo que a uno le gusta, ya se limita a vivir.

Cando regresamos a nuestro lugar de origen, luego de habernos adaptado a un nuevo ritmo de vida, a unas nuevas responsabilidades; nos enfrentamos a un choque cultural reverso; ya que lo que dejamos atrás cambio, ya no es lo mismo, y por obvias razones nosotros también cambiamos, entonces vemos todo con un color diferente, le damos un tinte diferente a esa nueva vida que estamos por iniciar en nuestro lugar de origen. Es en ese momento precisamente, en el que deseamos regresar a donde estábamos, pues ya somos extraños en nuestro lugar, nos sentimos como nómadas, pues creemos que no tenemos raíces en ninguna parte.

La mejor manera de afrontar esta nueva etapa, que es la de regresar al lugar de donde originariamente partimos; es siempre empezar desde cero con la mayor humildad del caso, volver a conocer nuestro lugar no es malo, por el contrario, es bueno, pues se está desde otra óptica, porque es ese proceso de reconocer lo conocido, para que de esta manera se vean nuevos matices y se aprehendan nuevas cosas.

Hay que mirar estas oportunidades, como oportunidades de crecimiento académico y personal, en la cual en ambos sentidos se aprende y aprehende desde diferentes maneras que hacen que el mundo sea pequeño para tantas historias por vivir. 

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